Las pequeñas y medianas empresas (pymes) suponen en España más del 99% del tejido empresarial en cuanto a número de las mismas. Esto da una clara idea de la importancia de la PYME en la economía española, uno de los principales motores del sostenimiento y crecimiento de nuestro país. Ser una pequeña o mediana empresa tiene, como todo, sus ventajas y sus inconvenientes. Si bien es cierto que las grandes empresas tienen facilidades como el poder de negociación, el acceso a la financiación o el poder de marca, en determinados mercados, las pequeñas y medianas empresas son las que salen mejor paradas. Hoy vamos a centrarnos en las ventajas competitivas de las pymes.
Las ventajas de las PYMES:
En primer lugar, es importante recordar que las pymes pueden diferir mucho de unas a otras atendiendo al tamaño de la empresa, pues abarcan rangos de número de empleados muy amplio, y aunque no existe una única división de las mismas podemos a estos efectos considerar:
- Microempresas: hasta 10 trabajadores en plantilla.
- Pequeñas empresas: entre 11 y 50 trabajadores en plantilla.
- Medianas empresas: de 51 hasta 250 trabajadores en plantilla.
Veamos, pues, las ventajas que las pequeñas y medianas empresas tienen frente a aquellas que tienen a partir de 251 trabajadores.
El contacto del gerente o los directivos de la empresa con los clientes actuales de la misma es más cercano, por lo que está más al día de la opinión que estos tienen sobre los productos y servicios que ofrecen. Esto supone una información de un valor incalculable a la hora de ofrecer mejoras, de solucionar problemas o de anticiparse a una posible crisis. El hecho de estar al tanto de las necesidades, gustos y preferencias de los clientes es una de las principales ventajas competitivas de las pymes.
También lo es el hecho de que haga al cliente sentirse más valorado. Ese contacto con la gerencia o la dirección es importante para que el consumidor de nuestro producto o servicio se sienta más importante y valorado. Por ejemplo, muchos pacientes no acuden a multinacionales o franquicias médicas y estéticas porque saben que el doctor que figura en el nombre de la marca no será quien le atienda.
Del mismo modo, ese contacto personalizado hace que tratar un posible descontento de un cliente sea más sencillo y, por lo general, más efectivo. Las pequeñas y medianas empresas manejan mejor los reclamos que las grandes, lo que deriva en un cliente mas satisfecho. Nada molesta más a un cliente que tener que hablar con tres departamentos distintos para solucionar una queja.
También es más sencillo para la pequeña y mediana empresa captar a los clientes que demandan un trato personalizado. Las pymes ofrecen un trato más directo, generalmente un mismo trabajador puede hacerse cargo de un cliente durante todo el proceso. En otros casos, distintos departamentos cubren los distintos servicios que dicho cliente necesita, pero el contacto del mismo con la empresa suele ser a través de una única persona con la que siempre mantiene el trato.
Evidentemente hay grandes empresas que han focalizado su actividad hacia el cliente, intentando maximizar su beneficio a largo plazo y no solo a corto plazo. Ejemplos de las mismas, y en el sector de la distribución, se encontrarían El Corte Inglés y Mercadona. En el primero tenemos todas las facilidades del mundo para devolver los productos previamente adquiridos y en el segundo, presuntamente, el cliente es “el jefe”.
Ante ello la pyme debe usar la cercanía al cliente, el conocimiento del mismo, la especialización, para ocupar su espacio dentro del terreno de la economía. La agilidad, el tener un contacto cercano con el cliente, tiene que ser un factor competitivo de la pyme.
Y esto no solo ocurre en el sector de la distribución. En el de servicios, y en concreto en la asesoría fiscal o asesoría de empresas, sucede otro tanto. El cliente quiere conocer a la persona que le trabaja, que le asesora, no ser un simple número, establecer con él una relación de confianza. Todo ello dentro de la profesionalidad y a unos precios razonables. Esos factores no siempre los puede conseguir en grandes empresas que prestan un servicio, y se decantan por aquellas que combinan artesanía en el servicio con eficiencia del mismo. Se trata de conseguir el equilibrio en el servicio y el uso de las nuevas tecnologías se convierte en imprescindible.
Otro factor importante que repercute directamente en la satisfacción del cliente es la menor rotación del personal. En las grandes empresas, la plantilla cambia con mucha más facilidad y en muchas ocasiones, cuando el cliente empieza a conocer al trabajador, éste es reemplazado.
Las decisiones importantes pueden tomarse más rápido. Esto no implica que no se evalúen, pero la estructura de las pequeñas y medianas empresas hace que sea más fácil realizar cualquier tipo de cambio. De este modo, la capacidad de reacción es más rápida. Su estructura flexible así lo permite, frente a la rigidez de las grandes empresas.
Por norma general, la implicación de los empleados es mayor. El hecho de estar en un ambiente más cercano favorece la comunicación entre el personal de la empresa y la dirección de la misma. Esto repercute en los conflictos laborales y bien los reduce, bien los soluciona de forma más rápida.
En cuanto a la captación de talento, pese a que las grandes empresas cuentan con algunas ventajas respecto a las pymes (especialmente por las posibilidades de promoción y desarrollo profesional que puede ofrecer una gran empresa), las pymes ganan en implicación del personal. Al final, un trabajador comprometido con la empresa es uno de los principales valores de la misma: el hecho de hacer al trabajador sentirse útil y escuchado es un valor añadido a la hora de conservar al talento.
Tienen unas posibilidades más viables a la adaptación a los cambios de consumo que les afectan directamente. Por ejemplo, centrémonos en industrias perjudicadas por los soportes digitales y el auge de internet, como podría ser el sector editorial. Las grandes empresas, es decir, las grandes editoriales, deben vender miles de ejemplares para seguir manteniéndose en pie. Sin embargo, muchas pequeñas editoriales han nacido en los últimos años. ¿Por qué? Se trata de editoriales más independientes, algunas de ellas incluso crean modelos que facilitan la autoedición de los libros a los autores… Modelos de negocio que jamás serían rentables para las grandes empresas encuentran su lugar.
Como hemos podido comprobar, las pequeñas y medianas empresas tienen algunas ventajas competitivas frente a las grandes empresas que pueden asegurar su futuro, siempre que las manejen adecuadamente y se adapten al cambiante entorno y a las nuevas tecnologías.
Por todo ello la reflexión sobre el sector en el que una empresa se encuentra ubicada y dónde podría estar, así como sus amenazas y oportunidades, sobre las acciones que puede tomar y de lo que debe huir, se convierte en imprescindible para su futuro.