Lo normal es que la empresa que se adelanta a los problemas, que es previsora, pueda capear las situaciones desfavorables. Pero esto no siempre es así.
Por esta razón, si no se pudiera reconducir la situación, lo normal es plantearse un concurso de acreedores o un preconcurso de acreedores.
En un procedimiento concursal, lo normal es que los asesores económicos y mercantiles trabajen conjuntamente para crear las condiciones para que la empresa pueda continuar su actividad empresarial, tras una quita y espera. Si eso no es posible, se procede a una liquidación ordenada de la empresa.
Para nadie es agradable esta situación, pero al menos desde nuestra asesoría fiscal ofrecemos un servicio concursal que intenta que el daño sea el menor posible, siempre que la empresa no se pueda reflotar.
En otras ocasiones, la solución pasa por una negociación directa con los principales acreedores de la empresa o con el administrador concursal para llegar a acuerdos parciales, que garanticen tanto la viabilidad del deudor como el recobro por parte del acreedor de la cantidad debida.
Que la empresa continúe su actividad tras un concurso de acreedores, después de superar sus dificultades, es posiblemente una de las mayores satisfacciones que recibe un asesor.